Cartografías
Hace 5 años
Me acabo de hacer gracia a mí misma. Cuando me llegan mensajes al móvil de desconocidos, o con número extraño, suelo hacer caso omiso. Cuando alguno de ellos se pone pesado, para recordarlo y no despistarme, lo grabo en la memoria de la blackberry como "fan". Y voy añadiendo "fan1", "fan2" y así sucesivamente hasta el infinito. En resumen, empiezo a sentirme importante puesto que tengo un montón, todos agrupados en una carpeta y aislados de los demás. Debería tener la autoestima por las nubes y me fastidia que, pese a todo, no sea así...
Estoy tranquila estos días. Estoy relajada y con la mente en calma. Y eso me gusta más que cualquier otra cosa. No hago nada especial, voy a ver a mi abuela al hospital todos los días, salgo todas las tardes, leo y me paso la mañana entera en la cama. Vengo de una época muy agitada y ahora agradezco parar y respirar.
"No es verdad que el cielo sea indiferente ante nuestras preocupaciones y deseos. El cielo está constantemente enviándonos señales, avisos, y si no atendemos a los buenos consejos es porque la experiencia de un lado y de otro, es decir, la suya y la nuestra, ha demostrado ya que no merece la pena esforzar la memoria, que todos la tenemos más o menos débil. Señales y avisos son fáciles de interpretar si estamos con los ojos abiertos..." - Saramago -
Me dice un amigo, el único que sabe más o menos todo lo que ha sucedido en los últimos tiempos, que vaya paso a paso, que no me crea invencible, que ahora es cuando más propensa estoy a hacer alguna tontería sentimental, a tirarme a la piscina y dejarme llevar. Pero no, ese no es el objetivo actual y no debo olvidarlo.
Están siendo unas vacaciones extrañas, con la abuela en el hospital, el abuelo en casa y mil cosas pendientes que voy dejando para mañana. Me viene bien que sea así porque de este modo no tengo tiempo para dar vueltas a las preocupaciones que me rondaban la mente hace apenas una semana. Es bueno cambiar las rutinas y los paisajes diarios.
Los hospitales son feos. Es triste ver gente enferma y las caras de preocupación de los familiares. Más triste aún cuando de repente te encuentras con la mirada de alguien que está solo. Hoy operan a mi abuela y estoy nerviosa, no porque la operación tenga importancia, sino porque no quiero que ella lo pase mal. Ojalá todo salga bien.
Tengo un compañero de trabajo que nunca le dice a su novia que la quiere. Lo sé porque durante una temporada estuve sentada en la mesa de al lado y cuando acababan de hablar por teléfono nunca se despedía con un "te quiero". Yo siempre fui incapaz de entenderlo y mil veces se lo he preguntado. Él argumenta que no hace falta porque ella sabe que la quiere. No sé. Tal vez yo sea demasiado empalagosa o cursi. Pero sigo prefiriendo un "te quiero" a un "hasta luego" al colgar el teléfono.
Ya me sé todos los trucos. Hay que vivir en el presente, tener la mente ocupada y no pensar en cosas feas, o al menos hacerlo lo menos posible. Hay que ir al cine, de tiendas, a tomar algo con cualquier amigo y socializar. Hay que arreglarse, vestirse y maquillarse para estar estupenda y que el espejo te devuelva una imagen arrebatadora. Hay que hacer todo eso y alguna cosa más que se me pasará por alto. Y como desde el comienzo estuvo envuelto en el más absoluto secretismo, casi nadie me hablará del tema. De este modo, todo evolucionará de forma rápida y sencilla y a mí se me olvidará en un santiamén. Y antes de que me dé cuenta aparecerá un príncipe azul atractivo, inteligente y dinámico que sólo tenga ojos para mí, al que le gusten los gatos y aparezca en cada cita con galletas, bombones o caramelos, todos para mí; que no salga por la tele ni tenga detrás toda una legión de fans, que me saque fotos cada vez que estoy entretenida con cualquier cosa y no olvide que lo más importante es estar ahí cuando se le necesita.
Estoy en crisis desde agosto, justo es reconocerlo. Crisis personal, de esas que te desbaratan y aprovechan para alborotar todo lo que encuentran por el camino. Porque tengo la impresión de que el tiempo está transcurriendo demasiado deprisa y no me da para todo lo que quiero. Porque hay cosas que quiero demasiado lejos. Porque hay otras que directamente han pasado a otro nivel y ya no existen en mi círculo. No me gusta patalear ni centrarme en la parte negativa. Pero hay días en los que cuesta tomar la postura contraria. Y hoy es uno de esos.
Echo de menos muchas cosas. Los nervios, los vestidos, el programa, las conversaciones interminables en el messenger, los cafés a media mañana, mensajes absurdos vía whatsapp hasta la madrugada, las visitas sorpresa, las notitas, la tontería.
Tenía ganas de escribir algo, pero no se me ocurre nada que decir, o tal vez no aparecen las palabras precisas. Y me quedo aquí en el sofá, con el ordenador enfrente, pensando que quizás lo mejor sea ir a darme una ducha a ver si de ese modo se me despeja la cabeza. Mañana es lunes otra vez y todo continúa donde lo habiamos dejado.
No es por alabarme, pero estoy teniendo un sentido común del que creí carecer. Van pasando los días y yo me voy quedando tranquila. Lo único en lo que no quiero pensar es en el futuro. Ahora mismo soy incapaz de imaginarlo. Pero llegará un momento en el que me apetecerá hacer planes otra vez. Supongo que sí.