Cartografías
Hace 5 años
Ojalá hubiese alguna fórmula secreta para descubrir si estamos haciendo las cosas bien o si, por el contrario, estamos equivocándonos a lo grande. Más que nada, para no tener que arrepentirnos después, porque de todos los sentimientos feos que existen, el arrepentimiento es uno de los más angustiosos. Y yo no quiero eso. Y seguro que tú tampoco.
Llegó de repente, sin que nadie le esperase. Simplemente apareció, por sorpresa, y se sentó a nuestro lado como si el tiempo no hubiese transcurrido, como si no existiese ningún cambio. Y ahora me da pena pensar que esa situación ya no se dará todos los días, como antes, sino en momentos puntuales, después de varias semanas o meses. En realidad, nunca sabemos cuándo será la última vez que nos encontraremos frente a frente con determinada persona. Y el tiempo se esfuma tan deprisa que da vértigo hacer tales cálculos.
Muchas veces pienso que debería dejar pasar de largo todas mis posibles relaciones amorosas porque, después de tanto tiempo, queda demostrado que es algo que no se me da bien. Yo lo intento, me preparo psicológicamente para ello, procuro ponerle ganas, pero llega un punto en el que el asunto se va a pique. Normalmente, la culpa suele ser de las circunstancias, lo cual es aún peor, porque no se trata de divergencias, enfados o problemas, sino las más inoportunas circunstancias, que se tuercen cuando menos lo esperas. Y entonces una se cansa y piensa en dedicar el resto de su vida a la lectura y la cría de gatos. En esa fase, justo en esa, es en la que estoy actualmente.
Hace frío en la calle y, sin embargo, cada vez se esfuma más la sensación de estar inmersa en pleno invierno. Veo más luz de la habitual, percibo la proximidad de la primavera, aunque aún falten meses para que llegue, e incluso podría decirse que camino de forma más ligera. Supongo que son cosas mías, que nada es real, pero quién sabe, nadie sospecha lo que puede llegar a pasar.
Sé que debo dar punto y final a ciertos asuntos pendientes que voy dejando pasar por miedo a la despedida, y esa no es una actitud correcta. Dejar para mañana no es la solución, hace falta valentía para echar el candado y seguir hacia adelante. Seguro que hay cosas muy buenas esperándome a la vuelta de la esquina, pero es preciso llegar a ellas sin lastres.
Es necesario hacer las cosas bien para cumplir el objetivo de llevarlas a buen puerto. No es tan difícil contruir cuando los cimientos son firmes, aunque en un primer momento cueste ubicarlos correctamente. A veces hay que esforzarse, controlarse o llorar. Pero siempre con el convencimiento de estar en el camino elegido.
"La vida no se gobierna ni con la voluntad ni con la intención. La vida es una cuestión de nervios, de fibras y de células lentamente elaboradas en las que el pensamiento se esconde y la pasión tiene sus sueños. Quizá te imaginas que estás a salvo y crees que eres fuerte. Pero un cambio casual de color en una habitación o en el cielo matutino, un determinado perfume que te gustó en una ocasión y que te trae recuerdos sutiles, un verso de un poema olvidado con el que te tropiezas de nuevo, una cadencia de una composición musical que has dejado de tocar... Te aseguro, Dorian, que la vida depende de cosas como ésas".
Para mí el año no empieza después del 31 de diciembre, sino tal día como hoy, justo tras la llegada de los Reyes, cuando se da por finalizada la Navidad y comienza la cuesta de enero, con frío y sin un festivo en el calendario. Ahora es cuando toca inventarse una ilusión y mirar hacia adelante como si realmente hubiera ganas de enfrentarse con la monotonía de días grises, sucesivos madrugones y tardes de estudio infructuoso. Supongo que estoy siendo capaz de transmitir la gran pereza que me invade cada vez que lo pienso. Y también supongo que, pese a todas mis quejas, vendrán días mejores.